Poco se habla de Erriyon Knighton para lo que merece. Con 18 años cumplidos en enero, el joven norteamericano es la nueva sensación del atletismo mundial. No exagero en absoluto. Su irrupción sobre la pista ha sido un disparate, casi irracional y va camino de ser inédita. Por eso lo señalan como el único velocista que puede amenazar los ya históricos récords de Usain Bolt. Los halagos no son gratuitos, no es periodismo sensacionalista; son argumentos fundamentados en el crono. Y los números no engañan.
El pasado 30 de abril el joven Knighton registraba 19,49 en los 200 metros. Una marca impropia de un chico de su edad y superada en la historia tan solo por tres hombres: el propio Bolt, el también jamaicano Yohan Blake -cuatro medallas olímpicas- y toda una leyenda como Michael Johnson. Por supuesto, su crono le otorgaba el récord mundial sub-20 de la disciplina.
Con semejantes credenciales Erriyon Knighton afronta una carrera deportiva prometedora. Nacido en el 2004 en Tampa, Florida, al cumplir los 16 años y mientras era estudiante de la Escuela Secundaria firmó su primer patrocinio profesional con Adidas. No se equivocaban en la compañía germana. Poco tiempo después bajó por primera vez de la barrera de los 10 segundos en los 100 metros. Fue en el meeting de Clermont, donde paró el crono en 9,99, aunque las condiciones favorables del viento impidieron registrarlo como récord oficial del mundo de su categoría.
En mayo de 2021 el joven Knighton volvía a sorprender con la mejor marca histórica sub-18 en los 200 metros. Su crono mejoró por dos centésimas de segundo el logrado por Usain Bolt a esa misma edad, un dato que estimuló lo que ya era inevitable: las comparaciones. Semanas después, en los clasificatorios olímpicos de Estados Unidos, volvió a rebajar su marca hasta los 19,88, nuevo registro que le servía para arrebatar por cinco centésimas el récord del mundo sub-20 que poseía Bolt desde el año 2004.
A Erriyon Knighton no le gustaba el atletismo. Jamás se había planteado practicar este deporte hasta que el entrenador de su equipo de fútbol logró persuadirle. No demasiado convencido, el joven de Florida rechazó generosas ofertas de varios equipos universitarios de fútbol que le querían en sus filas. La pandemia fue el detonante. A diferencia de otros deportes colectivos, correr no estaba prohibido. Y así, en unas circunstancias humanas tan atípicas, se fraguó el atleta más prometedor del planeta.
Por supuesto, representó a Estados Unidos en los Juegos Olímpicos de Tokio quedándose a las puertas de la medalla. Fue cuarto en los 200 metros. Su próxima aparición está fechada para julio en el Mundial de Atletismo de Oregon. Si su progresión es natural, podría sorprender con otro mordisco a sus marcas personales. No hay margen para el debate, estamos ante una estrella en ciernes.
