Nos encanta correr. Disfrutar de la velocidad y los ritmos altos. De las montañas y los senderos. De nuestros pequeños progresos y victorias personales. El deporte nos aporta grandes satisfacciones, pero hay una línea que no debemos cruzar, la que va de la pasión a la obsesión por el running.
Señales que pueden indicar obsesión por el running
Trastornos alimenticios. Cuando correr se convierte en tu foco de atención principal es muy probable que vaya acompañado por un control riguroso de la alimentación. Tus comidas irán supeditadas al entrenamiento: lo que comes, las cantidades, los horarios… La comida dejará de ser un placer y se convertirá en una simple fuente de rendimiento y/o recuperación.
Pérdida de amistades. Cuando se pasa de la pasión a la obsesión por el running, se dejan atrás muchas amistades, sobre todo las que no comparten el deporte como estilo de vida. Te vuelves antisocial, dejas de ir a fiestas o comidas con amigos (porque al día siguiente toca un entrenamiento duro) y solo piensas en afrontar el planning de mañana.
Bajo rendimiento. Esta pérdida de perspectiva también te puede afectar a nivel laboral. En tu cabeza solo hay sitio para analizar el entrenamiento, ver cómo puedes mejorar o decidir la cena del día en función de las calorías consumidas. Esto provoca que muchas veces no se cumplan objetivos y baje tu rendimiento.
Estrés y ansiedad. Todo lo que hagamos en nuestro día a día irá condicionado al running. Esto creará un efecto de estrés y ansiedad importante en nosotros, que solo satisfaremos cuando hayamos cumplido el entrenamiento pendiente.
Baja autoestima. Es muy probable que midas tu éxito personal en base a la consecución de objetivos: ir más rápido, tener más resistencia, perder peso o ganar una carrera serán tus logros principales. No alcanzarlos, te producirá una pérdidas de autoestima.
Descubre la importancia de la recuperación en este otro artículo.