
Cómo empezar a correr puede parecer un dilema enorme. Miedo al cansancio, vergüenza, mal estado físico, falta de tiempo o simplemente la pereza de quedarse en el sofá. Sin embargo, correr es mucho más que correr: es una puerta abierta hacia una vida más activa, más libre y más feliz. La clave no está solo en dar el primer paso, sino en mantener el hábito con el paso de las semanas. Aquí tienes un plan de entrenamiento de cómo empezar a correr.
El error más común de quienes se inician es querer hacerlo todo demasiado rápido. Salir a correr una hora el primer día o intentar mantener un ritmo alto solo consigue generar frustración, agujetas interminables o incluso lesiones. Por eso, lo mejor es empezar despacio. Planifica entrenamientos cortos, de veinte o treinta minutos, alternando tramos de trote suave con caminatas. Al principio no importa la velocidad, sino la constancia. Cada sesión debe dejarte con ganas de repetir, no con el deseo de no volver a salir.
Antes de comenzar, pregúntate por qué quieres correr. Puede ser para mejorar tu salud, perder peso, liberar estrés o simplemente disfrutar de un momento para ti. Ese “por qué” es tu motor y conviene tenerlo presente. Escríbelo en un papel o en tu móvil y recuérdalo antes de cada salida. Te ayudará a calzarte las zapatillas incluso en los días en los que la motivación brille por su ausencia.
La rutina te ayudará a empezar a correr
Establecer un ritual es otra de las claves para no abandonar. Intenta correr siempre a la misma hora y prepara la ropa y el calzado la noche anterior. Cuando llegue el momento, no tendrás que pensarlo: solo saldrás a correr. Un café antes de salir, tu música favorita o una ruta conocida pueden convertirse en pequeños anclajes que faciliten el hábito.
Celebra cada pequeño avance. No esperes a correr diez kilómetros para sentirte orgulloso. Cada entrenamiento cuenta. Guarda un registro de tus sesiones, marca en el calendario los días que corres y date pequeñas recompensas. Un desayuno especial, una camiseta nueva o simplemente el placer de ver tu progreso pueden ser incentivos poderosos.
Correr es social, aprovéchalo
Si puedes, conecta con otros corredores. Entrenar acompañado no solo es más ameno, sino que ayuda a mantener la motivación. Busca grupos locales, participa en eventos populares o únete a comunidades en redes sociales. Ver cómo otras personas también trabajan por sus objetivos te recordará que no estás solo en el camino.
No te castigues si fallas un día. Todos tenemos jornadas complicadas o momentos en los que el cuerpo pide descanso. Saltarte un entrenamiento no significa que hayas fracasado. Lo importante es retomar la rutina lo antes posible y seguir avanzando. La constancia no se mide en la perfección de un calendario, sino en la capacidad de seguir adelante.
Disfruta del camino
Y sobre todo, disfruta del proceso. Correr no es solo un medio para llegar a una meta, sino un momento para ti. Aprende a escuchar tu respiración, sentir tus zancadas y observar el paisaje. La verdadera magia no está solo en cruzar la línea de llegada, sino en cada paso que das para llegar hasta allí.
Empezar a correr es abrir la puerta a una versión más fuerte y segura de ti mismo. No se trata de ser el más rápido ni de competir contra otros, sino de retarte a ti mismo y superar tus propios límites. Cada día que sales a correr es una victoria, y cada paso te acerca a la mejor versión de ti.
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