Aprendizaje de los abandonos en carrera. Decir abandono cuando hablamos de carreras, es el equivalente a pronunciar la palabra maldita. Diría que casi prohibida. Muchos corredores se vanaglorian de no haber tenido que abandonar nunca. Otros, ven disparada su media hacia ese funesto estado.
En mi opinión y caso particular, el abandono en las carreras, especialmente de larga distancia, es lo que me ha dado aprendizaje. He ido obteniendo el (auto)conocimiento necesario para curtirme a base de kilómetros, horas de soledad, y agotamiento perpetuo. ¿Que ha sido a base de palos? Sí, cierto.
Capacidad de análisis
Siempre digo que cuando una carrera te sale bien, la capacidad de análisis desciende estrepitosamente. Y en parte, es normal. La euforia a causa de la consecución del logro, es inevitable, y por supuesto, necesaria. ¿Para qué, si no, ha sido la durísima preparación durante meses? Toca celebrar. Faltaría más.
Pero fíjate, cuando llegas a meta, se perpetra la correspondiente celebración, con abrazos, golpecitos en el hombro, foto con medalla o prenda finisher, y la cosa suele quedarse ahí.
Todo ha ido bien (más o menos). Quizá has conseguido entrar en meta dentro de tus tiempos estipulados, y poco más. No hay análisis posterior. Se ha conseguido, y ya.
Por el contrario, cuando la carrera te da un revolcón, la cosa cambia. Las causas de ese vapuleo pueden deberse a varios factores; estómago revuelto (¿te suena lo de “se me ha cerrado el estómago, y no me entraba nada?”), meteo adversa, descenso del rendimiento, o un agotamiento del que no creíamos una posible remontada.
Fíjate si se pueden dar casos. Y no entraré en accidentes o caídas. Ahí poco o nada podemos hacer. Pero sin duda, hay cosas que sí podemos controlar. O gestionar, si lo prefieres.
Carreras de gestión
Las carreras de larga distancia, son carreras de gestión. No llega a meta (no hablo de ganar, pues no me esto refiriendo a la/el corredor de élite, sino al corredor popular) el más fuerte o el más rápido, sino el que mejor gestiona la carrera.
Ahí, existen muchas variables. Los descansos en las bases de vida (si nos referimos a carreras de ultra distancia, de 100 millas o más), la alimentación que llevemos a cabo, y no me refiero a complicarse la vida con la cantidad de carbohidratos/hora, sino de la calidad de la alimentación, como por ejemplo, no atiborrarse de geles y barritas, y hacer uso de comida natural, como la que podemos encontrar en algunos de los avituallamientos.
En determinadas carreras de larga distancia, la calidad de los avituallamientos o bases de vida, es elevadísima, con variedad de comida caliente, hecha prácticamente al momento, como he podido comprobar en el Tor des Gèants, The Spine Race, 360 The Challenge o PT281.
Aprovechar esos suculentos avituallamientos, facilitará una agradable y variada alimentación, en lugar de tanto potingue pringoso y de sabor artificial.
El sueño: ese gran enemigo
Un gran hándicap en carreas de larga distancia es la gestión del sueño. Personalmente, es el aspecto que más me complica la vida y más quebraderos de cabeza me da. ¿Es una faceta que se puede entrenar? Si. Siempre se pueden hacer salidas que impliquen pasar una noche entera en vela y no dormir hasta la siguiente. Otro tema, es la disposición que tengamos para afrontar este tipo de sacrificios.
Y es que no es fácil. Nada fácil. Y más, si has de realizar este tipo de actividades en solitario. Si ya es complicado compaginarlo a nivel personal, imagina encontrar a alguien que también esté dispuesto a hacerlo.
Sea como fuere, se van añadiendo trabas al asunto, y cada vez va a ser más difícil enseñar o entrenar al cuerpo y mente para este tipo de avatares. Y llegado el momento, es en carrera, cuando ésta nos pondrá en nuestro sitio, y nos daremos cuenta de cuán preparados estamos, quedando al descubierto, y con nuestras carencias y vergüenzas al aire.
La propia carrera, será nuestro aprendizaje. De alguna manera, nos iremos curtiendo sobre la marcha. Como corredor popular, es la conclusión que saco. Y sí, eso implica irremediablemente, aprender a bofetones.
Y para que veas que es así, me pondré a mí mismo como ejemplo de algunos de los errores que he cometido. Algunos de ellos antológicos. Dolorosos moralmente, pero que vistos en perspectiva, me han permitido ver dónde y en qué he fallado.
Errores en el material
Aquí, en esta lista de experiencias negativas podría poner varios ejemplos, pero me centraré en uno, que puede dar una visión bastante amplia. Sucedió en la The North Face Lavaredo Ultra Trail, en Dolomitas. Una carrera de 119 kms., que estaba transcurriendo de forma agradable y sin complicaciones…hasta que apareció una nube en forma de tormenta localizada. Mojado y con frío, llegué al km. 95. Mi mujer esperaba en el avituallamiento, pero (y aquí viene el fallo) sin ninguna prenda seca de repuesto.
No tuve posibilidad de cambiarme los calcetines, camiseta o chaqueta impermeable que se había visto sobrepasada. ¡A poco más de 20 kms para llegar a meta, tuve que abandonar, tiritando de frío!
Aprendizaje: A partir de esa carrera, siempre que mi mujer me acompaña, lleva una mochila con ropa como para montar un puesto de mercadillo. Cuando la asistencia esté permitida, podré llevar ropa seca, aunque la meteo experimente un cambio repentino.
Gestión de la alimentación e hidratación
En la Tenerife Blue Trail, una de las carreras a las que se sube a mayor altitud, llegué al avituallamiento previo al ascenso del Teide justo de fuerzas. No había comido prácticamente nada y me encontraba casi sin fuerzas.
En ese punto, los platos de pasta del avituallamiento no resultan demasiado atractivos; la pasta estaba apelmazada, fría, y la verdad, no invitaba a su degustación. Así que continué hacia arriba, ganando altura y al llegar al punto de control y de mayor altitud antes de acometer el descenso hacia meta, caí desvanecido.
Equipo sanitario, suero en vena, y marchando dentro del teleférico hacia abajo, tumbado en una camilla. La Blue Trail había acabado para mi.
Aprendizaje: comer y beber más a menudo. Llevar en la mochila lo que más apetezca comer en carrera, sin pensar demasiado en lo que encontraremos en avituallamientos, por si acaso.
Eso conlleva ser autosuficientes en ese sentido, por lo menos, para poder comer lo que nos apetezca, manteniendo un ratio equilibrado entre peso de la mochila, y necesidades alimenticias.
Conclusión
Esto son tan solo 2 ejemplos de lo que se aprende de los abandonos en carrera, pero te aseguro que me las he visto de todos los colores, como se suele decir coloquialmente.
Me he llevado sopapos antológicos en carrera, pero siempre me han concedido algún aprendizaje, un debate interno sincero y honesto, que me ha permitido detectar alguna carencia, que posteriormente he corregido.
Por tanto, abre ojos, orejas y prepara tus sentidos. Da un vistazo atrás y evalúa que ha podido suceder en ese abandono que te dejó abatido y te alejó de tu meta. Seguro que puedes sacar conclusiones y llevar a cabo mejoras.
Y si no has abandonado, enhorabuena. No está de más ver y analizar los patrones has seguido por si hay alguno que se repite sistemáticamente y que por tanto, haya podido influir en la consecución de ese éxito.
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