
Prueba de esfuerzo: protocolo de Bruce
48 años, a punto de cumplir 49 (el 20 de febrero me podéis felicitar), y con ganas de hacer maratones en esta primavera. Ya veremos si llego a marzo o lo dejamos para abril, pero con ganas de correr larga distancia de todas formas. Además, demasiado tiempo sin hacerme una prueba de esfuerzo, así que aproveché la oportunidad ofrecida por Hospital Quirónsalud Barcelona para pasar por las manos del cardiólogo Diego Goldwasser y pasar la ITV haciéndome una prueba de esfuerzo.
El objetivo de esta prueba de esfuerzo es saber de que mi sistema cardiovascular está en orden para afrontar los entrenamientos que se vienen, así como mi capacidad aeróbica. Pero antes de ponerme a correr en la cinta, tres aspectos a tener en cuenta: ideal hacer la prueba no en ayunas, pero que hayan pasado unas dos horas desde la última ingesta, ir con ropa adecuada para el ejercicio (yo fui vestido como si fuera a entrenar) y firmar el obligatorio consentimiento por si tuvieran que hacer alguna actuación durante la prueba de esfuerzo; no olvidemos que se somete al cuerpo a cierto estrés.

El cardiólogo, el doctor Diego Goldwasser, me explica que para la prueba de esfuerzo va a utilizar el protocolo de Bruce. Se trata de un test progresivo que se utiliza desde la década de los 60 y que mide la respuesta del corazón al ejercicio. Es uno de los más utilizados por su fiabilidad.
Con esta prueba de esfuerzo obtendré los siguientes parámetros:
- Frecuencia cardíaca máxima y capacidad de recuperación tras un minuto de la actividad.
- Presión arterial: Se mide antes, durante y después de la prueba para detectar alteraciones como hipertensión inducida por el ejercicio.
- METS (Metabolic Equivalent of Task): Una medida utilizada en fisiología para cuantificar la cantidad de energía que se gasta durante la actividad física. Representa la tasa metabólica en relación con el consumo de oxígeno en reposo.
- Electrocardiograma (ECG): Permite detectar alteraciones en la actividad eléctrica del corazón, como arritmias o signos de isquemia.

En una cinta de correr y con el torso desnudo, me ponen todos los electrodos para tenerme monitorizado y una malla antes de empezar a correr. Bueno, mejor dicho, a caminar. Empezamos con una pendiente del 10% a una velocidad de 2,7 km/h. Cada una de las seis etapas a las que me someto dura tres minutos y se aumenta la velocidad y la pendiente (fíjense en la tabla). Antes, durante (en las etapas que voy caminando) y después me toman la presión arterial.

Fase | Velocidad (km/h) | Inclinación (%) | Duración acumulada |
1 | 2.7 km/h (1.7 mph) | 10% | 3 min |
2 | 4.0 km/h (2.5 mph) | 12% | 6 min |
3 | 5.5 km/h (3.4 mph) | 14% | 9 min |
4 | 6.8 km/h (4.2 mph) | 16% | 12 min |
5 | 8.0 km/h (5.0 mph) | 18% | 15 min |
6 | 8.8 km/h (5.5 mph) | 20% | 18 min |
El test se da por finalizado cuando el paciente expresa su cansancio o si nota síntomas que así lo aconseje. En mi caso, el doctor paró el test una vez alcancé la frecuencia cardíaca máxima estimada. Llegué a 184 ppm en esa sexta etapa y recuperé hasta 164 ppm después de 50 segundos. Además, he alcanzado los 18,10 METS, es decir, que he ejercido una intensidad 18 veces mayor de lo que haría en reposo. Esa cifra de METS equivaldría a un VO2Max de 63,35 (se multiplica por 3×5).

Con esta prueba de esfuerzo se puede detectar:
- Enfermedad arterial coronaria (EAC): Se manifiesta con alteraciones en el ECG que indican una mala irrigación sanguínea en el corazón.
- Arritmias: Pueden detectarse ritmos anormales que solo aparecen con el esfuerzo.
- Hipertensión inducida por el ejercicio: Un aumento anormal de la presión arterial durante la prueba puede ser un indicio de riesgo cardiovascular.
- Insuficiencia cardíaca: Permite evaluar la capacidad funcional del corazón y detectar síntomas de fatiga prematura.
- Problemas en la recuperación: se evalúa el comportamiento de la tensión arterial y la frecuencia cardíaca en el momento de la recuperación, siendo importante el tiempo que tarda en volver a los valores basales, entre otros parámetros.
Al finalizar la prueba, el doctor me da los resultados. Me comenta todos los datos y la buena noticia: estoy ok para seguir corriendo.

¿Por qué hacer una prueba de esfuerzo por el protocolo de Bruce en vez de con análisis de gases? La prueba de esfuerzo que he llevado a cabo estaría más focalizada en la salud que en el rendimiento deportivo, aunque sí ofrece datos que nos pueden ayudar en éste. Se trata de una opción más accesible y económica y es más que suficiente para calibrar la capacidad funcional y la detección de posibles anomalías del sistema cardiovascular. En el caso de que quisiéramos una evaluación más precisa del VO₂ máximo, el umbral anaeróbico o la eficiencia respiratoria, sí sería recomendable complementar la prueba con análisis de gases.