Maribel Pérez | Velocidad
Maribel Pérez desprende la energía de una veinteañera y habla con la madurez de una veterana. A sus 29, está en el punto más dulce de su vida. Las cosas le salen bien. Tanto que no le pone techo a sus sueños. Es la mujer más rápida de España pero no le alcanza para dedicar su vida por completo al atletismo. Algo falla en el sistema. Por eso también trabaja como fisio en una clínica de Sevilla. Es feliz. Y se le nota en cada una de sus respuestas. «Todo lo que estoy viviendo es una locura, casi no he podido ni asimilarlo», confiesa.
Se refiere a los reiterados éxitos que está firmando en las diferentes disciplinas de velocidad, aunque éstas sean el «patito feo» del atletismo, como asegura con cierta resignación. Hasta hoy, claro. Pues las actuaciones que Maribel y el equipo del 4×100 femenino nos han regalado en el Mundial de Eugene y en el Europeo de Múnich han servido para sacar del ostracismo a las pruebas más explosivas del tartán. En la capital alemana las alegrías llegaron por partida doble: en los relevos se acarició la medalla con una cuarta posición y en individuales registró un crono de 11.28 en los 100 metros para reivindicarse como la sexta mujer más rápida del continente. Casi nada.
Han tenido que transcurrir más de 20 años para volver a ver una atleta española en una final de velocidad en un campeonato europeo. Si se lo dicen en enero, no lo habría creído. Ahora, sobrada de confianza, ambición y ganas, no se pone límites. Ya le arrebató a Sandra Myers la mejor marca española en los 60 metros (7.16; Orense, 6 de febrero de 2022) y mentiría si no dijese que en su cabeza está también hacerlo con la de 100. «Cuando hice 11.06 en Nerja supe que lo tenía en la mano, pero se tienen que dar todas las condiciones y factores. Pero ahora mismo no quiero pensar demasiado en los próximos objetivos, sino disfrutar los conseguidos este año. Quiero volver a ver las carreras, emocionarme, llorar otra vez y asimilar lo vivido».
Maribel Pérez ama el atletismo por encima de todas las cosas. Por eso no cambiaría ni una sola de las experiencias vividas por volver a ser una adolescente. Ha merecido la pena renunciar a las fiestas, a los viajes con amigos, a las vacaciones de verano e incluso a los largos periodos que roba a su familia para poder llevar esa vida tan necesariamente ordenada. Solo así se llega a ser la mujer más veloz de España, con el máximo sacrificio. «Llevo haciendo atletismo desde los 7 años y mi familia siempre apostó por mí. Es cierto que en alguna etapa de mi vida he echado de menos un poco más de libertad, pero lo que te regala el atletismo es mil veces mejor. Insustituible».
Paradójicamente, a Maribel no le gusta correr. «De hecho, lo odio. Yo soy velocista y a mi correr me hace lenta. No acabo una canción mientras corro». Su preparación se sustenta en series y más series de velocidad, en trabajo de técnica de carrera, movilidad, fuerza, aceleraciones y potencia. No hace rodajes. Pero parte de su preparación está fuera de la pista, en el consultorio de su psicóloga, quien le ha ayudado a ser la atleta que es hoy.
Y es que, por suerte o por desgracia, una velocista se juega el trabajo de muchos meses en apenas unos segundos de competición. «Para nosotras la concentración es vital. Yo en los minutos previos a cualquier carrera, visualizo una y otra vez cómo será. No puedo pensar en otra cosa porque sería distraerme. Es como un ritual». Y es que en estas disciplinas el margen de error es absolutamente inexistente. No hay. Ni mucho ni poco. Cero. Hablamos de centésimas de segundo que pueden dar al traste con una carrera y, por tanto, con meses de preparación. Una mala salida, una aceleración más lenta de lo normal o un mínimo error en la ejecución de la técnica te deja fuera de la lucha.
«Así es, te penaliza al máximo porque es irrecuperable, esto no es un 1.500 o un 5.000. Te pondré un ejemplo: en las semis del Europeo la primera salida la dieron nula, y menos mal, porque tuve una reacción de 0.200 y la reacción normal debe ser de 0.150. Fíjate que te estoy hablando de centésimas. Pues ahí ya habría perdido la carrera, me habría quedado fuera de la final», explica la corredora sevillana.
A Maribel le gusta tanto el atletismo que ni siquiera le incomoda hablar de temas espinosos. Admite que la fibra de carbono también ha llegado a las zapatillas que usan los velocistas, pero «por muy buenas que sean las zapatillas el que corre es quien va encima de ellas. Si no tienes nivel para entrar a una final, no lo vas a tener tampoco por usar carbono», sentencia. Sobre la atención mediática que reciben las mujeres en el deporte español también se manifiesta, y aunque asegura no haber sufrido ese bullying mediático, sí confiesa que «todavía queda mucho por luchar para alcanzar esa igualdad que nos merecemos, pero está claro que el deporte femenino no interesa lo mismo que el masculino».
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