La mente. Aprende a conocerte mejor

La mente. Aprende a conocerte mejor

Entrenamos nuestro cuerpo, habituamos nuestros músculos a movimientos repetitivos, ¿y nuestra mente? ¿la preparamos, ¿la entrenamos?, ¿pensamos en ella?.

No podemos olvidarnos de ella, es la parte más importante de nuestro ser, es la responsable de todas nuestras decisiones, es el centro de nuestro cuerpo, nuestra central, la protagonista de toda nuestra vida.

Todas las vidas tienen obstáculos, desgracias, contratiempos, adversidades, miedos, duda, éxitos, placer, diversión y momentos alegre. La actitud que tomemos y la aptitud que apliquemos son los que marcaran nuestro camino en ella.

Desde que nacemos ya nos vienen impuestos unos valores, unos hábitos, unas costumbres, formamos parte de una familia, de un grupo, de una sociedad. Nuestra vida está inmersa en un contexto que nos viene dado. Depende de nosotros si nos adaptamos, si cambiamos de entorno, si lo aceptamos, si lo mejoramos, o si lo empeoramos, y todo eso lo orquesta nuestra mente.

Todo son tomas de decisiones, constantemente. Unas serán acertadas desde el principio, otras erróneas, otras serán acertadas al principio, pero luego cambian las circunstancias en las que se han tomado las decisiones y ya no lo son, no pasa nada, se aprende y se cambia, todo fluye, todo continúa, y nuestra mente es una maestra en adaptarse a las exigencias del entorno. Acordaros de la frase de que no sobrevive el más fuerte sino el que mejor se adapta.

La mente y los objetivos

Y pasa lo mismo con nuestras metas y objetivos. ¿Qué pasa si nos equivocamos en elegirlos o si son correctos, pero no es el momento?.  Pues los cambiamos, los adaptamos, y si no salen a la primera, pues a la segunda…a la tercera…y seguimos…si es lo que queremos no hay que dejar de intentarlo. Es fácil decirlo ¿verdad?, pero somos nosotros los que persistimos en ello. Si finalmente se deja de intentar, hay que quedarse con lo aprendido durante todo el proceso y sacarnos de nuestra mente una palabra que siempre aparece en estas situaciones “fracaso”, y se siente como negativa, cuando realmente es la situación que más enseña.

No debemos castigarnos por equivocarnos o sentirnos culpables o fracasados. No sirve de nada auto compadecernos o machacarnos, a no ser que lo utilicemos para desahogarnos puntualmente y sea una estrategia mental para rehacernos y salir más fuertes, pero debemos ser conscientes de ello. Ese estado de derrota no lleva a nada, sino a empeorar más nuestro estado mental y corporal. No hay que generar un problema donde no lo hay.

La sobrecarga física y psicológica quema, actúa en contra, nadamos contra corriente, estamos luchando contra nosotros mismos. STOP, nos estamos haciendo daño, hay que pensar y recuperarse. Seguro que hay otra manera de afrontar la realidad.

Decidir y vivir con las consecuencias de las decisiones no es fácil, pero son nuestras decisiones, no son de los demás, no responsabilicemos al mundo de nuestras decisiones ni dejemos que el mundo las tome por nosotros.

Si nos esforzamos, si hacemos las cosas lo mejor que sabemos, ya es superarnos cada día. No se puede ser bueno en todo.

Replanteamiento y búsqueda de objetivos

Replantearse y buscar otros objetivos, salir de nuestra zona cómoda, de lo que conocemos. Que luego no pensemos por qué no lo intentamos o no lo hicimos. Siempre un paso detrás de otro, así caminamos, así corremos. Con los dos pies a la vez no se puede, a no ser que saltemos. Y cuidado con ese salto si no sabes como y dónde vas a caer.

No nos compliquemos, que no es fácil trazar objetivos para todas las parcelas que forman parte de nuestra vida: familia, estudios, trabajo, amigos…los objetivos son diarios, a corto plazo, asequibles, alcanzables, centrados en el presente, un camino para conseguir esas metas a más largo plazo.

Sí, hay una meta final y será posible, si está bien planteada. Aunque, tampoco pasa nada si queremos lo imposible o lo inalcanzable…si sabemos vivir con ello. No tod@s vamos a ir a la luna y por eso tampoco nos vamos a morir, ¿no?.

Gestionar las emociones mentalmente en los momentos de agobio, estrés, cansancio, desconcierto o imprevistos es muy difícil, pero se puede conseguir. Cuando se está mal, todo nos afecta muchísimo más, tanto mental como físicamente y además tenemos la tendencia a incrementar lo negativo. STOP otra vez. Tomemos tiempo. El tiempo que necesitemos para calmarnos, es la única manera en la que podremos pensar de forma eficaz que es lo que es más prioritario e importante. No hagamos las cosas en caliente, es muy raro que salgan bien.

Preguntemos a nuestra mente con qué disfruta, en qué es buena, cuál es su potencial, y a partir de ahí sacar su máximo provecho, sea lo que sea y hagamos lo que hagamos que nos guste y disfrutemos. Es un compromiso con nosotros mismos y con nuestra vida.

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