Artículo de opinión | La Burbuja de los eventos deportivos
Tenía que suceder y sucedió. Era cuestión de tiempo. El calendario de eventos deportivos se colapsa. Hay burbuja. Si bien el volumen de deportistas amateurs ha crecido en los últimos años, la cifra de pruebas y carreras lo ha hecho en términos exponenciales. Se ha perdido el equilibrio. Y por eso a día de hoy los números son alarmantes en muchos casos. Eventos emblemáticos que se cancelan por falta de participantes, como el Triatlón de Guadalajara, pionero en su disciplina y con solo 144 inscritos en el momento que comunicó su anulación, o la Media Maratón Ciudad de Pamplona, con 40 años de antigüedad y tan solo 170 inscritos cuando tomó la decisión. Son solo dos ejemplos de una realidad que ya sufren muchas pruebas. Muchísimas. Incluso varias de las carreras más prestigiosas y mediáticas del calendario han tenido que digerir una inesperada bajada en sus registros de participación.
Y es que, llegados a este punto, se percibe que hemos tocado techo. No existe una masa de atletas tan voluminosa para cubrir semejante oferta deportiva. De primero de economía: oferta y demanda. Hay más agenda que corredores. Hablo de carreras en ruta, de montaña, triatlones, duatlones, pruebas de obstáculos, marchas ciclistas o competiciones de MTB. Y eso que, paradójicamente, es posible que tras la pandemia se estén vendiendo más dorsales que nunca, pero también esos dorsales se están repartiendo más que nunca. Y eso, en términos globales, perjudica a todos.
Hace una década era relativamente sencillo ubicar los grandes eventos deportivos dentro del calendario. Se respetaban las fechas y los espacios de cada uno. Ahora es un maremágnun de carreras de todo tipo que no cesan de brotar en cualquier momento y lugar. De la noche a la mañana cada ayuntamiento quiere su media maratón, sus carreras solidarias y, ya puestos, su maratón, aunque la ciudad no tenga ni cinco kilómetros de diámetro. Y también un trail, un triatlón y una marcha ciclista. La diputación un circuito de carreras urbanas que implique a todos los municipios y, claro, otro de montaña. Y para completar la agenda un par de pruebas de obstáculos. Los clubes que antes organizaban un evento al año, ahora hacen tres, cuatro o los que hagan falta. Y las empresas que se dedican de manera profesional a la organización de carreras quieren llevar su fórmula exitosa de una ciudad a otra. Si funciona en Madrid o Barcelona, también lo hará en Sevilla, Valencia, Zaragoza, Bilbao o Coruña. Y viceversa.
Al desenfreno general por hacer eventos deportivos hay que sumar la pérdida de poder adquisitivo del ciudadano. Tras dos años de pandemia, ertes, despidos y quiebras de comercios y negocios familiares, muchos hogares han sufrido un duro golpe económico. Y ahora, en plena subida generalizada de los precios, inscribirse a un evento supone realizar un mayor desembolso. No solo en el dorsal -que también se ha encarecido a consecuencia del aumento de los costes organizativos-, sino también en el desplazamiento o incluso en el hospedaje. Es todo más caro, para el que organiza y para el que participa. Por eso quizá quien antes se apuntaba a 15-20 carreras al año, ahora lo haga a 8, 10 o 12. Y quien antes lograba vender 3.000 dorsales para su prueba, ahora venda 1.600.
Otro de los motivos de esta burbuja de los eventos deportivos es la canibalización de fechas. La primavera y el otoño son las temporadas altas oficiales. Y todos quieren su hueco ahí. Pero no lo hay. El calendario no da más de sí. Además, a las citas nacionales hay que sumar el elenco de pruebas internacionales cada vez más reconocidas y con herramientas para llegar de manera fácil y directa al público español vía Internet. El turismo deportivo está de moda y en muchos países del mundo se celebran carreras realmente atractivas. Más competencia.
El insólito caso del trail running
El trail running es, a buen seguro, el deporte que más evidencia la burbuja de los eventos deportivos. Esta disciplina en auge se ha convertido en un indomable monstruo de mil cabezas en el que distintas federaciones, organismos y empresas públicas y privadas rivalizan por las fechas, los corredores y las competiciones. Dos multinacionales como Ironman y Spartan no han dudado en lanzar su propio proyecto montañero y, tratándose de un deporte tan joven y versátil, cualquier iniciativa con cierta inversión tiene serias posibilidades de hacerse relevante. Por eso cada temporada hay nuevas propuestas.
Radiografiando el trail running nacional, en la actualidad existen diversos campeonatos y copas nacionales de las distintas modalidades que abarca esta disciplina (pruebas cortas, verticales, ultras, etc), campeonatos y copas autonómicos, individuales, por selecciones, de una federación, de la otra, circuitos provinciales, europeos de naciones, mundiales de un tipo, de otro, circuitos peninsulares, insulares, circuitos internacionales…
Además, por instinto de protección ante un escenario tan amenazador o bien por la propia heterogeneidad del trail running, cada carrera parece ampliar su oferta en cada edición. La que antes ofrecía un maratón ahora también tiene un ultra, una carrera de iniciación y un kilómetro vertical. Más dorsales que vender.
Quizá hemos sobrevalorado las ganas de hacer deporte de la sociedad. O tal vez estamos exprimiendo demasiado la gallina de los huevos de oro.
