El 39% de corredores lleva a resolar sus zapatillas. El alto precio que han alcanzando las zapatillas, y la escasa durabilidad en la suela de algunos modelos, está derivando hacia un cambio de hábitos de consumo de los corredores.
Cuando la mayoría de modelos, tanto de asfalto como montaña -si hablamos de gamas medias- se sitúan en los 150€, y los productos premium o de máxima amortiguación sobrepasan los 180€, es momento de replantearse alargar la vida de las zapatillas. Y lo más importante, encontrar la fórmula para ello.
No es fácil hablar de forma estandarizada sobre la durabilidad de las zapatillas, y menos aún en modelos trail running o montaña. Bien es cierto que en asfalto, siempre se ha seguido la norma de los 600-800 kilómetros, pero conozco usuarios que las estiran por encima de los 2000. En mi opinión, con 600 kms. pecaríamos de conservadores, y con 2000 acariciaríamos la vertiente más suicida, si hablamos de modelos de asfalto.
De unos años (pocos) hacia aquí, los talleres de reparación de calzado han disfrutado de un balón de oxígeno que ha llegado prácticamente sin previo aviso, reviviendo negocios que subsistían “a trancas y barrancas”. Con la popularización de la práctica de correr por montaña y la visión de la marca Vibram (entre otras) de ofrecer suelas para que el taller las instale en las zapatillas de los clientes, que de forma natural hubiesen ido a la basura, estos talleres, algunos de ellos verdaderos artesanos, han visto crecer su negocio, ahora viento en popa, y trabajando más y mejor que nunca, ya que incluso la propia empresa Vibram se encarga de darles la formación para dar forma a un trabajo impecable.
Tal es la popularización de la reparación de las suelas de las zapatillas que actualmente el 39% de corredores llevan sus zapatillas a este tipo de talleres para cambiar las suelas.
Este porcentaje podríamos considerarlo un éxito, si hablamos en términos de reutilización de los productos, y promover un consumo más responsable -por decirlo de alguna forma-, pero no podemos ningunear al 61% que descarta cambiar las suelas de las zapatillas, bien sea por el coste que representa, o porque sencillamente no vea necesario poner “un parche” a la zapatilla.
Pragmáticamente, un resolado cuesta del orden de los 35 a los 47€ (esta horquilla de precios depende de la marca de la suela y la localización del taller), por tanto, hay usuarios que prefieren incluso optar por modelos de la temporada anterior, que con paciencia y buscando, pueden encontrar por 60-70€ en productos de gamas medias-altas. De ahí que prefieran pagar a gusto esa diferencia y estrenar zapatillas, con todas sus propiedades intactas.
Matices entre el 39% que decide resolar
Vamos al meollo de la cuestión; conocer las preferencias de ese 39% que optan por el resolado. Dentro de ese grupo, hay un 19% de corredores/as que optan por esa solución cuando la zapatilla acumula entre 300 y 500kms. Por tanto, han «amortizado» prudencialmente sus zapatillas. Los que la estiran hasta esos 500kms, y entendiendo que una zapatilla de trail running, en según qué terrenos, con ese kilometraje puede tener la suela perfectamente finiquitada, prefieren seguir aprovechando su modelo (resolado mediante), si consideran que la cubierta (upper) está en buen estado, y que siguen percibiendo buenas sensaciones en la amortiguación.
Sin embargo, hay un sector más “ahorrador” constituido por el 12% de los encuestados, que reconocen cambiar la suela cuando la zapatilla suma más de 500kms. Una cifra a partir de la cual, la zapatilla merece ser observada con detenimiento para concluir si es conveniente resolarla, o por el contrario, deja de tener sentido y hay que ir pensando en una futura sustituta. Un zapatero profesional y honesto debería aconsejar al cliente, si merece la pena o no, instalar una suela nueva sobre un cadáver.
¿Y qué hay del 8% restante? Ese menor porcentaje es el que opta por cambiarle la suela a sus zapatillas ANTES de estrenarlas. Es decir, les gusta un modelo (quizá han repetido), se encuentran a gusto, les encaja el precio, pero consideran que invirtiendo en una suela Vibram, mejoran notablemente las prestaciones de sus zapatillas. Es una forma de tener un modelo más o menos “a la carta”.
Esta opción no es mala en absoluto si:
1- Te encuentras a gusto con el modelo. Es posible que hayas repetido en varias de sus versiones, y tengas buen ‘feeling’.
2- Lo has adquirido a buen precio, y el sobrecoste del resolado, no dispara el monto total de gasto.
3- La suela original no te convence, o el enfoque de la misma no encaja con tus necesidades en cuanto a terreno, como sí hace el resto de la zapatilla (fit, peso, transpirabilidad, amortiguación, etc…)
Ha sido muy grato analizar esta encuesta y ver cómo corredores y corredoras se adaptan y modifican sus costumbres, para de este modo, disfrutar más y mejor de su actividad. Una actividad que está provista de innumerables opciones. Jamás correr fue tan democrático, y a la vez, poderlo hacer de forma tan personalizada.
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