
Al contrario de lo que muchas veces se cree, no es necesario ir siempre rápido entrenando. Correr lento te puede ayudar a mejorar tiempos. Y es que, si acabamos exigiendo el máximo a nuestro cuerpo día tras día, es fácil que se acaben produciendo lesiones, sobreentrenamiento y nunca acabemos de recuperarnos bien.
¿Y qué es correr lento?
Se considera una carrera lenta aquella en la que llevas un ritmo tranquilo, parecido al que puedas usar en las recuperaciones de los días de series. Se trata solo de mantener el cuerpo activo y las piernas en movimiento, disfrutando y sin demasiados agobios. Es lo que ahora se conoce como easy run y nos aporta diferentes beneficios:
- Favorece la quema de grasas.
- Mejora el control de la respiración. Nuestro cuerpo se oxigena mejor, también los músculos y la sangre.
- Mejora el funcionamiento del corazón. Éste se adaptará al esfuerzo y mejorará la resistencia. A la larga, esto nos permitirá correr más rápido.
- Disminuyes el riesgo de lesiones. Al no someter tu cuerpo a un estrés tan grande, disminuye el riesgo de lesiones.
- Tu cuerpo se recupera bien para una sesión dura. Los días duros acabarán llegando; así que si estamos frescos será más fácil que los superemos con éxito.
Si siempre corremos rápido, nuestro cuerpo acabará fatigado y sin energía. Así que es importante escucharnos y darnos un descanso cuando toca. Para estos días, te aconsejamos salir a correr sin reloj. Si lo llevas, corres el riesgo de acabar más rápido de lo recomendable. Corre por sensaciones, sin presión y disfruta de cada zancada.
Por otro lado, no debemos olvidar que si te estás iniciando en el running, aún es más recomendable esta práctica. No quieras empezar demasiado rápido o los riesgos pueden ser mucho mayores.
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